La Columna del Serrano
Desahogándome
Los hermanos Rupenián, la colectividad Armenia, y algunas otras voces, han salido a la palestra publica trayendo al tapete, otra vez el tema delas emisoras que estos tenían, y que luego de una denuncia de
Esto, que ha sido tema en el País, porque el enfrentamiento de entonces tuvo como protagonista a el ex director de impositiva Zaindeztat (un mediático sin medios), y los mencionados, hombres de renombre y dueños de medios de comunicación, no merecería un comentario nuestro mas allá del que efectuáramos cuando estalló el tema.
La verdad es que los hermanos Rupenián, no han sido condenados, si no PROCESADOS.
Pero seguramente detrás de este proceso está la justicia.
Y aunque cabe la posibilidad de que a lo largo del tiempo la figura procesal pueda corregirse, nosotros creemos que la última envestida de los Reunían en los medios de comunicación y la colectividad Armenia, ingresan a un tema que es realmente nuestro: la libertad de prensa, que otra vez, siento se confunde con
De todos modos queremos señalar un par de cosas.
La libertad de prensa, la voz Armenia, estaría en peligro si ellos no pudieran hacer –como lo están haciendo – declaraciones permanentes.
La colectividad Armenia, que repito cuenta con nuestro respeto, hace muy bien en defender públicamente lo que cree que debe defender, en esta caso
Ahora, no es su voz la que está cuestionada. El conflicto es con la organización que este país se dio, con leyes que este país se dio, con disposiciones que este país se dio, para que funcionara COMO EL QUERIA su trama social. Nada más que esto, pero también NADA MENOS QUE ESTO.
Si, como es el supuesto caso, los Hnos. Rupenián faltaron a las normas de convivencias y eludieron el pago que correspondía, y mal usaron los destinos estipulados de rigurosa ley para todas las radios, entonces no fue el gobierno, ni el país, ni la impositiva que clausuró
Los Hnos. Rupenián, que son hombres de Radio, no deberían señalar - como señalaron ahora - que “esto no pasó ni en la dictadura”.
Los que atravesamos esos tiempos, todavía, como los viejos caballos de faena, mostramos las “basteras” y guardamos dolores – no rencores - de toda esa situación, donde no recordamos sentir la voz de ninguno de ellos proclamando que la libertad había sido vulnerada.
Esto es otra cosa.
Si algún día se puede comprobar - porque es realmente cierto – no porque el mundo “leguleyo” e hipócrita de este país, donde los abogados, con honrosas excepciones, defienden los CLIENTES mucho más que
Yo sentí señalar en una declaración a los Hnos. Rupernián, como defensa, mucho tiempo atrás, que las cifras no eran las que señalaba Zaindeztat, sino muy inferiores, porque el director estaba agregando mora y multas, y porque esas cifras, en realidad eran mucho menores, aún descontándoles lo señalado.
PUEDE SER.
Pero la cosa no es discutir cuanto eludí en mi responsabilidad como empresario, si no sencillamente saber que eludí.
El delito seguramente no lo marca el numero, si no el dolo.
Si esto no fuera así, si realmente los hermanos Rupenián fueran culpables, como dice hasta ahora la impositiva y procesa la justicia, entonces, no lo puedo ocultar, yo me sentiría una vez más halagado, porque las leyes de mi País fueron justas y parejas, porque como decía la vieja tía Julia “la ley pareja no es rigurosa”.
Y me alegraría, porque sería muy cínico, muy hipócrita que pasáramos la vida reclamando algo y cuando ese algo llega, lo criticáramos.
Toque a quien toque.
Nosotros hemos sido honradamente libres. Con la libertad para atacar a los amigos, a la familia, al partido que pertenecemos.
Por eso esta puntualización, porque como dijo un buen periodista argentino, “en los medios de comunicación predomina el espíritu corporativo y poco autocrítico”.
Al Gobierno le sobra quien lo defienda, son más de la mitad del País, pero a mí me falta como desahogarme.
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