Escribo porque mi madre me trajo a la vida.
OTRA VEZ EL INTENTO DE DESPENALIZAR LA LEY DE ABORTO. Y ANTE ESAS SISTEMÁTICAS CAMPAÑAS QUE REPITEN QUE HAY QUE LEGALIZAR LA ELIMINACIÓN DE BEBES DE HASTA TRES MESES DE GESTADOS, PARA QUE LAS MADRES TENGAN DERECHO SOBRE SUS CUERPOS Y PARA QUE SALUD PÚBLICA PUEDA DARLE LAS GARANTÍAS DE SU SALUD CUANDO DECIDA ELIMINAR A SU HIJO... ESCRIBO.
Escribo porque mi madre me trajo a la vida.
Escribo y amo y tengo fe y levanto esperanzas; hago, sueño, lucho y disfruto a raudales de la vida... y todo porque el ser que me tocó como madre me amaba ya desde antes de nacer.
Es bueno recordar que toda discusión la estamos dando solo los que fuimos invitados a la vida y que a los privados de ella, por este azar del destino... no les es posible nada.
Parados en la vida que si nos dio nuestra madre, elaboramos teorías que amparan a los que deciden privar de ella a otros.
El amor antes que nada
Mis padres no la tenían fácil cuando yo me anuncie. Ellos arreglaron su vida para que yo naciera.
Sacrificaron muchas cosas por amor a mi vida. Independientemente de todo lo que luego recibimos ( mis hermanos y yo) en un hogar de amor y trabajo... lo primero que me dieron fue la oportunidad de ser. De vivir.
En el fondo todo este tema del aborto y la ley de despenalización es un asunto de amor.
A veces aún para quienes amamos entrañablemente la patria, aún para los que sentimos que es aquí “donde arde el fuego nuestro”, cuesta mirar a la cara algunos rostros de este Uruguay de principios de siglo.
Apurados, peleando siempre en torno a cosas, complicados por los bienes de consumo, nuestra alma llena de luchas pero no como antes por el derecho de los demás sino por asegurar lo que creemos nuestro derecho o el de nuestro grupo, aunque camine en contra del interés y la conveniencia de las mayorías.
Gran parte de este pueblo que pasó 13 años peleando contra la dictadura militar, hoy está sometido por la dictadura del consumismo, del “no te metas”, del odio a lo raro, del “hacé la tuya”, sin tiempo para grupos solidarios pero invirtiendo horas en “el baile del caño” o en “Gran Hermano”, dejándonos como un pálido remedo de aquél pueblo luchador y desinteresado.
¿Desde donde pensamos u opinamos?
En medio de este panorama, todo lo que se discuta entre nosotros debe ser discusión rápida. Nada de venir a “masetearnos” con largas disquisiciones por que nos aburren. Tenemos el alma preparada para escuchar un minuto de razonamientos. Y el primero que nos parezca más o menos potable, o el primero que se adapte a nuestra forma de pensar... ese es el que elegimos.
En esta civilización no hay cultivo de la tolerancia. Ni del perdón, ni de la justicia, ni de la sinceridad. Ser abnegado, esto es bueno, virtuoso, benefactor, en concreto hacer algo negándome a mi para bienestar de otros no es fruto de este árbol... que por todas partes estamos plantando y cuidándolo con rejas y perros.
Pensar que todo lo que tenemos se levanta sobre bases de abnegación y sacrificios.
Durante siglos el sacrificio por los demás fue una de las causas por las que se movió el universo y entre otras cosas... hizo grande a este pedacito del mundo.
Miles de hombres y mujeres anónimos dejaron su sangre y su sacrificio, pasando calamidades sufriendo perdidas y muriendo incluso, detrás de los ideales de Artigas y los caudillos de la patria.
Son los santos de nuestro país, los ejemplos sin altar y a veces con pocos fogones de memoria que los tengan presentes.
Ahora sacrificarse no es un valor.
Estamos en la época de la autorrealización.
Pero cada vez hay más gente sola porque como no tuvieron familia para aprender a compartir (esto es gente que los amara sin condición y se sacrificara por el bienestar de ellos), van por la vida sumándose por momentos con otros pero sin entrar en la quijotada de tolerar los errores del otro y entonces, cuando algo no nos gusta, nos vamos a otra parte.
Apunten contra la Iglesia
Pretender despenalizar el aborto se inscribe en medio de estos valores de la vida actual. El niño en gestación no cuenta.
Para los promotores de que se permita abortar (esto es eliminar esa vida que viene en viaje), lo mas importante es que la madre tenga derecho sobre su cuerpo.
Entonces critican severamente al Papa, a la Iglesia, a sus representantes y a cualquier persona que ose contradecirles.
De inmediato, ante la advertencia, de la Iglesia Católica y de tantos otros hermanos en Cristo, que no son católicos pero que en este tema se manifiestan en el mismo sentido, pasan a decir que esto no es una razón de Fe y que la Iglesia no debe mostrar lo que piensa en público porque invade las conciencias ajenas.
Pero resulta que es misión de La Iglesia anunciar el Reino de Dios que está llegando. Es misión de La Iglesia con amor si, pero rotundamente, enfrentar los desmanes del desamor.
Se calcula que hoy, en nuestro país hay alrededor de 10.000 abortos por año. Podemos discutir y cambiar informaciones sobre esta cifra pero lo que no es discutible es que son diez mil casos de desamor. Esos niños no nacen porque no hay quienes les reciban. Su “invitación” fue un error que se cancela. Ahí es donde La Iglesia sale advertir que hay quienes están siendo privados de la peor forma de todos sus derechos al privárseles de la vida.
Con la mujer embarazada
Desde ya nuestra profundo amor por toda mujer embarazada. Para nada el intentar juzgar sus actos cuando toma determinaciones tan duras como la de abortar, pero si condenamos firmemente el acto en si mismo.
El Aborto mata a una criatura, impide su Ser y después empañará toda la vida de esa madre con un recuerdo doloroso tal como lo prueban quienes lo investigan.
Más allá de por qué lo hace, rechazamos de plano lo que hace, porque si bien tiene todo el derecho del mundo sobre su cuerpo no lo tiene sobre el cuerpito de su vástago, que aunque enteramente dependiente de ella, es ya otra persona, otro ser que la naturaleza le ha confiado.
Primero la vida
Estamos de acuerdo en actuar ante el embarazo de las uruguayas como causa nacional.
Que el estado y las organizaciones no gubernamentales que tienen que ver con el tema pudieren trabajar unidos para erradicar sobre todo el embarazo no deseado.
No hay soluciones mágicas. Unirse, sacrificar parte de nuestras vidas, acompañar los grupos actuales y crear nuevos centros de acogida para las madres embarazadas que no puedan sostenerse, en definitiva, convertirnos todos los uruguayos en difusores del valor de la vida, para que cuando alguna persona de nuestro entorno necesite nuestro apoyo, lo tenga con la consigna de que primero la vida... después veremos como nos arreglamos.
Al fin no deja de ser una cuestión de Amor, de Fe y de Esperanza.
Sergio Sánchez Moreno
Periodista
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